Boûlan es un sueño que comenzó hace cuatro generaciones, cuando nuestro bisabuelo, en 1933, cruzó el Atlántico e inició una tradición panadera que marcaría nuestras vidas. Su legado llegó a nosotros en forma de un simple cuaderno manuscrito en español, italiano y francés, cubierto de harina y aceite de oliva, que iba acompañado de las historias que mi abuela, su única hija, narraba sobre aquellos tiempos en la panadería.
Ese cuaderno fue un regalo para mi hermano Diego, quien decidió dedicar su vida a la gastronomía y viajó a Francia a perfeccionar su técnica. Allí, descubrió su verdadera pasión: el pan. Algo tan simple y complejo a la vez, que sigue renovándose en las manos de los maestros panaderos.
En 2007, una pregunta en la mesa navideña encendió la chispa: “¿Por qué no hacemos lo que hizo el bisabuelo?”. Y así, sin saberlo, ese día nació Boûlan, un proyecto que revive nuestra historia familiar y la pasión por el buen pan.